LA TIERRA SE DESMORONA Y EL CALICANTO FALSEA

Por: Francisco Ulloa Enríquez

“Duélete de mis dolencias

Si algún día me has querido

…

Te quiero como a mis ojos

como a mis ojos te quiero

pero más quiero a los míos

porque ellos te conocieron”

Alguna vez el centro histórico de Latacunga constituyó “el todo” de la ciudad. Con el paso del tiempo el crecimiento urbano hizo que este se convierta en el emblema y símbolo de los orígenes de un asentamiento humano, orgulloso de su pasado Panzaleo y de su posterior hibridación indo- hispano-africana.

Sin embargo ese mismo paso del tiempo ha generado abandono de los bienes arquitectónicos que, en conjunto, recibieron la distinción de Patrimonio Cultural de la Nación.

Los tibios intentos por conservar y rehabilitar el centro histórico han hecho que su deterioro y destrucción sea la constante. La limitada visión de las autoridades locales hace que este valioso bien se encuentre en serio riesgo de perder su reconocimiento patrimonial. Esto equivaldría a  haber dilapidado la herencia de nuestros antepasados.

Parece que el utilitarismo comercial de una modernidad arquitectónica con poca creatividad es más atractivo que conservar las hermosas casas solariegas, forjadoras de la identidad de una ciudad con un maravilloso acumulado histórico, que hace que latacungueños de nacimiento o adopción, podamos transitar, sentir y respirar la magia del “Pensil de los Andes”.

Lastimosamente, el abandono físico y el escaso entendimiento del valor de un centro histórico conllevan a que veamos como se efectúan demoliciones y/o modificaciones irremediables de casas que al formar parte de un conjunto urbano forman parte del emblema de un patrimonio defendido por pocos.

Nuestro centro histórico padece además del impacto generado por la contaminación visual, escandalosos y poco estéticos rótulos inundan la ciudad. Un estudio efectuado hace varios años por la UTC y la Escuela Politécnica Nacional arrojó preocupantes resultados en cuanto a la contaminación por ruido y qué decir del aire si pareciera que hay más vehículos que personas transitando por calles que no fueron diseñadas para este fin.

Hasta cuando debemos esperar por la peatonización progresiva del centro histórico, en qué momento el GAD Municipal moderniza su normativa regulatoria que viabilice una Gestión adecuada del patrimonio.

Para lograr la rehabilitación integral del centro histórico, se requiere una visión más amplia que considere a éste como un valor estratégico para el disfrute de propios y visitantes, esto significa integrar espacios de vivienda y comercio barrial de manera ordenada, fortalecer los espacios públicos, la infraestructura básica y equipamiento; reverdecer árboles, parques y balcones; revitalizar la movilidad peatonal con aceras más amplias y amigables con el ser humano.

Esperemos que no sea demasiado tarde cuando autoridades y pueblo nos demos cuenta que estamos atentando no únicamente contra la gallina de los huevos de oro sino contra la heredad que nos legaron nuestros antepasados y que llena nuestros sentidos de las más bellas querencias.

Qué doloroso sería seguir permitiendo que la tierra se desmorone y el calicanto falsee.