Por: Francisco Ulloa Enríquez
Los cauces de seis ríos recorren el área urbana
de Latacunga y eso debería ser no solo motivo de orgullo sino de opciones
magníficas de articulación y desarrollo de la urbe. Lamentablemente, su
crecimiento no ha estado conectado con sus ríos y estos han terminado
convirtiéndose en cloacas pestilentes por los altos índices de contaminación a
la que han sido sometidos.
La ciudad se ha expandido de espaldas a un potencial
natural que ofrece magníficas oportunidades para incrementar los bajos
indicadores de espacios verdes, los cauces de los ríos siguen relegados y hasta
olvidados en los escasos puntos en los que coinciden con áreas públicas, que
deberían estar pensadas para la recreación masiva.
Es indispensable que, ante el inocultable
deterioro ambiental, autoridades y pueblo fijemos nuestra mirada y encaminemos
esfuerzos de manera priorizada para hacer que nuestros ríos, con grandes
parques lineales, se conviertan en ejes integradores de desarrollo, si queremos
una ecociudad, resiliente y sostenible es necesario sentipensar y ponernos a
trabajar.
Es cierto que este es un proyecto ambicioso,
requiere de considerables recursos económicos y largo tiempo para su
implementación, sin embargo creemos que es posible lograrlo con una
planificación adecuada, con una amplia participación de la ciudadanía, con una
férrea voluntad política que trascienda los coyunturales períodos de las
diferentes administraciones que se renuevan periódicamente, con la decidida
participación del sector privado que parece haber olvidado su compromiso
social. Ejemplos extraordinarios exitosos los encontramos en todo el mundo y en
ciudades grandes y muy complejas.
Reiteradamente escuchamos que Latacunga necesita
un remesón para salir de su aletargamiento e inercia que no le permiten un
despegue armónico y dinamizador de la calidad de vida de su
gente. Bueno, un proyecto de alto impacto es aquel que involucra a los ríos
como parte importante de la planificación de la ciudad y que alrededor de estos
se generen áreas con usos recreativos, deportivos, culturales y gastronómicos
que activen a estos corredores y hagan que la ciudadanía los integre en su vida
diaria.
Los beneficios de volver a mirar nuestros seis
ríos son sociales, ambientales y económicos. En el primero, se promueve la
cohesión de los barrios, ya que se cuenta con nuevos espacios públicos de
calidad para el encuentro, incluso si los ciudadanos se apropian de estos
espacios aumentaría la seguridad y se reducirían los índices de violencia; en
el segundo, la restitución de la cuenca hídrica regeneraría el hábitat
biodiverso, contribuiría al control de la temperatura, la calidad del aire y a evitar inundaciones. Finalmente, al
restablecer la salud pública se reducen los presupuestos dedicados a ello, se
eleva el valor inmobiliario y se fomenta el desarrollo comercial en la zona,
este tipo de iniciativas son susceptibles de atraer la inversión privada.
La gran interrogante es si la multitud de aspirantes a alcaldes y
concejales ¿tendrán entre sus propuestas iniciativas pragmáticas y no
demagógicas que inviten a desarrollar la zona urbana de Latacunga, poniendo a
nuestros ríos como articuladores de desarrollo?