lunes, 17 de febrero de 2014

LATACUNGA Y SUS RETOS

Por: Arq. Francisco Ulloa Enríquez M.Sc.

Un proyecto colectivo para la ciudad de Latacunga pasa por la articulación de las voluntades
públicas y privadas en torno a un plan estratégico.

Latacunga, otrora apacible y pequeña ciudad andina, debe asumir el cambio de escala de la ciudad. En poco tiempo el eje vial principal, la panamericana con su paso lateral, alterarán la vida cotidiana de varios pueblos y ciudades de la provincia de Cotopaxi, ese efecto lo sienten con duros resultados los moradores de Lasso y Río Blanco; en ese mismo orden la cárcel regional con sus más de cuatro mil reclusos incidirá en la vida de los latacungueños y saquisilenses, principalmente.

El intercambiador Latacunga – Pujilí ejercerá presiones urbanas en las dos ciudades, y de no mediar regulaciones claras de uso de suelo, ese sector podría tornarse una zona de alta conflictividad.

En Salache, si no se construye el intercambiador inicialmente planificado, los riesgos para los moradores de la zona y principalmente para los estudiantes, maestros y empleados de la Universidad Técnica de Cotopaxi serán muy grandes.

San Miguel, en el cantón Salcedo, donde un buen número de pobladores vive del comercio de helados y pinol, si no se adoptan medidas inclusivas estos quedarán aislados o en su defecto se verán obligados a migrar a zonas aledañas al nuevo paso vehicular.

Por estas y otras consideraciones, se hace impostergable que nuestras autoridades empiecen a pensar en la metropolización de un gran territorio conurbano que haga posible un desarrollo equitativo de Saquisilí, Latacunga, Pujilí y San Miguel.

Este nuevo eje vial, necesario como el que más, obliga a las autoridades locales a pensar con creatividad para la toma de decisiones para una gran ciudad que de lo contrario se estructurará de manera espontánea sobre la base de un desarrollo periférico.

Es peligroso que en la actualidad no se cuente con una propuesta específica de desarrollo urbano. Es imprescindible la construcción de elementos de centralidad, vinculados entre sí
con infraestructuras y equipamientos, como base del desarrollo metropolitano en cada una de las cabeceras cantonales.

El GAD de Latacunga debe liderar un proceso participativo de mancomunidad, para garantizar el crecimiento ordenado de centros poblados cercanos, en los cuales sus pobladores puedan disfrutar de las comodidades citadinas con la frescura del campo.

La metropolización de Latacunga tiene que ver también con el ejercicio de un nuevo concepto de capital provincial, que surja de un proceso de internalización de la ciudad, la capacidad instalada de su aeropuerto debe ser complementada con un puerto seco y su zona franca, esto potenciará sustancialmente su competitividad, más aún si se considera que nuestra provincia forma parte del proyecto multimodal Manta - Manaos.

Esto supone privilegiar un tipo particular de infraestructura como, por ejemplo, las comunicaciones: telefonía, correos, vialidad provincial. Pero también una mayor
funcionalidad de los servicios y equipamientos, entre otros, de energía eléctrica, agua potable.

Será indispensable impulsar un proceso agresivo de modernización de la administración de los municipios participantes, en los cuales la base de los acuerdos giren en torno a la descentralización y desconcentración. El urbanismo social será más eficaz si se construyen órganos administrativos de representación, gestión e identidad más próximos a la sociedad civil.

En el futuro se requiere actuar con más fuerza sobre la ciudad existente, con el fin de modificar su desarrollo urbano, hoy basado en la especulación del suelo, que hace que la ciudad crezca sin un correlato social. Allí surge la importancia de intervenir en el centro histórico y las parroquias urbanas “consolidadas”, para acabar con el caos que hoy tienen nuestros centros poblados.

Es impostergable y resulta obligada la intervención de las autoridades locales para asumir nuevas responsabilidades en materia económica, tecnológica y social para evitar que se siga profundizando las desigualdades en muchos barrios periféricos.

La revalorización de la cualidad estética de la ciudad, en la que se tome en cuenta el medio ambiente y la diversidad socio cultural. Hay que intervenir en los problemas funcionales,
potenciar las relaciones sociales y resolver estéticamente los problemas urbanos.

El derecho a una ciudad que nos permita vivir mejor, el derecho a disfrutar de una ciudad democrática, pasa por sólidos liderazgos colectivos y fundamentalmente por la toma de conciencia de los ciudadanos y ciudadanas para estar dispuestos a pensar en como construir una metrópolis que sepa como incluir la potencialidad rural.

domingo, 16 de febrero de 2014

UNIVERSIDAD DE LAS ARTES

Por: Francisco Febres Cordero.
Qué maravilla! ¡Ya tenemos Universidad de las Artes! O sea, las artes que antes había creo que no valían y por eso recién desde ahora vamos a contar con unas verdaderas artes que, por fin, van a ser de todos. Y de todas, claro. ¡Qué ilusión! ¿Ustedes qué artes van a escoger para matricularse? No pues, ¡cómo van a escoger artes marciales! Para eso, mejor entran directamente al rincón del vago.com, copian un cinturón negro y se gradúan como el Glas. Eso sí, verán que les den cinturón y no correa porque ahí, en lugar de karatecas, les han de graduar de guardaespaldas.
¿Qué arte les gusta?, les pregunto. No, qué pena, caricatura creo que no va a haber en esa universidad. O tal vez sí den caricatura, en el segmento de dibujo, pero sin pies. Pura línea. Es que los pies, en el mundo de la plástica, no son considerados un arte sino que entran más bien en el campo de la sociología, dentro de la materia de agitación social. A otra universidad tienen que ir para aprender eso. O directamente van a la Supercom, donde son expertos en el arte del pedicure.
¿Moda quieren estudiar? Esa materia sí ha de haber, seguro. Pero eso sí, tienen que especializarse en diseño étnico, que es lo que está de moda. Como es una universidad de las artes, ha de haber una materia que enseñe el arte que se necesita para ponerse esas camisas horribles, que no cualquiera se pone. Mucha personalidad se necesita. Y mucha guardia de choque, también, no vaya a ser que, cuando pasen, les hagan malas señas. Además, si estudian moda también pueden viajar al exterior, porque eso también está de moda. Y, dentro de la materia de corte y confección les han de enseñar a insultar a lo bestia, porque eso también está de moda. Muy buena carrera me parece y muy nueva dentro de las artes. Apúntense nomás.
Artes visuales también pueden estudiar. No sé bien qué será eso, pues. Las artes que se ven, creo que son y por eso se llaman visuales. Las que no se ven se llaman tácitas, como dice el Ochoa, que ha de ser el maestro de esa asignatura. Ahí han de aprender clarito a visualizar todo y, con un lápiz y un papel, les han de enseñar a no salirse de la línea y si se salen no les han de poner cero sino más bien les han de poner presos. Un poco peligrosa me parece esa carrera, francamente.
¿Teatro les gusta? Qué bueno. Pero eso no se llama así en una universidad, sino artes de la representación. Chévere, porque con esa carrera pueden llegar muy alto y, si son buenos, pueden ascender hasta ministros, que son los que tienen el arte de la representación del excelentísimo señor presidente de la República en sus distintas funciones. No, para eso no necesitan hablar, no se preocupen. Con que permanezcan mudos, ya son unos actorazos. A hacer venias les han de enseñar. Y, si demuestran sus méritos, hasta les pueden poner en el reparto. Teatro es lo que tienen que hacer para que no se les note que están en el reparto, claro.
Ya ven. Una cantidad de opciones se nos abren a todos y a todas con esa nueva universidad. ¡Qué chévere!

jueves, 13 de febrero de 2014

LATACUNGA Y SUS FRONTERAS URBANAS

Por: Arq. Francisco Ulloa Enríquez M.Sc.


Existieron y existen, al interior de nuestros centros poblados, espacios que cumplen el papel de fronteras entre mundos sociales y culturales distintos.

Latacunga con sus cinco parroquias urbanas y sus diez parroquias rurales deben ir al encuentro de un plan regulador del crecimiento de sus asentamientos poblados, guardando íntima relación con su diversa esencia socio cultural.

La cabecera de la provincia de Cotopaxi y del cantón Latacunga enfrenta sus propios dilemas, producto de años de olvido y mal manejo de la gestión de su centro histórico.

La problemática se ahonda al constatar que su expansión urbana es caótica; el desordenado crecimiento y la escasa obra pública arrojan como resultado una ciudad colapsada, con servicios básicos de mala calidad y ausencia de visión de futuro para hacer de ella un lugar agradable para vivir.

Las autoridades se han olvidado de atender las necesidades de una creciente demanda de peatones, que con alto riesgo personal se ven obligados a abandonar las estrechas aceras y ocupar las calles, que por su parte reciben una carga de tránsito vehicular que hace rato largo rebasó los flujos que éstas pueden soportar.

La ciudad atravesada por cuatro ríos (Cutuchi, Pumacunchi, Yanayacu y Cununyacu), en su crecimiento demanda de puentes; sin temor a equivocarme considero que el 90% de los existentes o terminaron su vida útil o en su defecto fueron construidos para soportar cargas y flujos mucho menores a las que están sometidos; basta recordar que en Latacunga se asienta una de las más grandes flotas de transporte pesado del Ecuador.

Cuatro de las cinco parroquias denominadas urbanas tienen amplios sectores que difícilmente pueden ser considerados urbanos, no solo por la ausencia de servicios sino también por las características organizativas (comunas) de sus pobladores; los mismos que se ven forzados a desarrollar una doble identidad dirigida a defender aspectos sustanciales de su cultura (particularmente la tierra). Estos sectores se convierten en urbano marginales y por ende generan tensiones en la dinámica social, las respuestas a sus necesidades demandan soluciones oportunas y creativas.
 
Otros espacios al interior de la ciudad que presentan déficit y que su tratamiento no está acorde con las necesidades de una ciudad del siglo XXI son parques y plazas. La recreación activa y pasiva parece ser un tema del cual las autoridades locales no tienen plena conciencia de su trascendencia y no saben como brindar respuestas al pueblo.

Un intento por definir la o las zonas rosa de la ciudad se diluyó y los conflictos que generan la espontaneidad en la prestación de estos servicios ahonda el caos; así, hoteles, posadas, comedores, cantinas y peñas, así como determinados bienes de la industria cultural que permiten relacionarse con la ciudad, experimentarla, generan en todos los sectores urbanos procesos inacabados o en transición ahí en donde las cosas aparentemente podrían haber estado definidas en el sentido de simplificación de las relaciones sociales.

La construcción e inminente funcionamiento del paso lateral desde Lasso hasta Panzaleo constituye un factor de transformación de los vínculos entre los cantones Saquisilí, Pujilí, Latacunga y Salcedo. Es impostergable pensar en una mancomunidad entre los cuatro GADS para definir en forma adecuada los espacios diversos que supone el surgimiento de un distrito conurbano de corte metropolitano, que incorporará al concepto urbano amplios territorios que en su desarrollo demandará de formas simbólicas que facilitan el tránsito de un mundo cultural a otro. Lastimosamente la normativa para impulsar esta iniciativa no aparece.

En otro escrito, hice amplia referencia a la influencia que ejercerá en la ciudad la presencia de la cárcel regional, la misma que en este año incorporará entre población flotante (familiares de los reclusos) y los privados de la libertad a no menos de diez mil personas, es por ello que no haré ahora mayores comentarios.

Las diez parroquias rurales de Latacunga siempre han sido postergadas en sus aspiraciones de desarrollo ya que lamentablemente la débil estructura de los GADS parroquiales y el quemeimportismo del GAD municipal y del GAD provincial han convertido a nuestras cabeceras parroquiales en “macondos” que agonizan ante la desidia de sus autoridades. Lo lógico sería que estos centros urbanos se conviertan en poblados satélites del distrito metropolitano de Cotopaxi, que no sólo permitan prolongar el espacio urbano - rural dentro de la gran ciudad, sino que se constituyan en un recurso de penetración de la ciudad dentro del campo, para garantizar su soberanía alimentaria.


Pensar en un distrito metropolitano de Cotopaxi, demanda de un amplio análisis y debate, con el fin de construir un proyecto colectivo para garantizar el desarrollo equitativo de nuestros pueblos. En otra entrega efectuaré mis reflexiones respecto a este proyecto que nos ponga en condiciones de enfrentar con éxito las exigencias del nuevo milenio.