viernes, 21 de septiembre de 2018

LA MAMA NEGRA DE SEPTIEMBRE, 327 AÑOS DE HISTORIA


Por: Francisco Ulloa Enríquez

Las discrepancias respecto al origen e inicio de la celebración de la fiesta entre los historiadores abre la polémica que luego trasciende a los análisis de orden cultural. La versión más difundida, actualmente, ubica su referente en una leyenda que tiene por escenario la estancia de Cuchibamba y Molinos en el barrio Caliente de Latacunga; la propietaria, ante la amenaza de total ruina por los estragos que causaría el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi en 1742 y motivada por su fe religiosa, pidió  que la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora del Volcán, interceda para aplacar la furia del coloso ofreciendo hacer una pomposa fiesta anual, nombrando dos priostes, uno de los blancos y otro de los tiznados.
Sin embargo, recientemente, han salido a luz documentos que ubican el inicio de la fiesta en 1691, fecha en la que el padre Manuel Mosquera Figueroa, comendador del convento máximo de Quito, dice:
He dispuesto que el 22 de septiembre vaya a Tacunga el Rvdo. P. Fr. Juan Basilio de Ayala, predicador mayor de este convento, para que deje instalado en dicha hospedería la obligación de honrar a nuestra Sta. Madre de La Merced bajo la advocación de Nuestra Señora de la Santísima Tragedia, para que los moradores recuerden que nuestra Santa Madre jamás los desamparará en nuevas ocasiones, pues Ella los protegerá debidamente… (Archivo del Convento Máximo de Quito, Libro de Comendadores, 1692-1698, folio 56).
Curiosamente, esta disposición fue motivada por los daños ocasionados a causa del terremoto del 22 de noviembre de 1687, que entre otros hechos produjo el desborde del río Cutuchi y arrasó con las propiedades ubicadas cerca de sus riveras.
El 30 de septiembre de 1704, el padre Gregorio Mera, comendador del convento de Ambato, en su informe al superior del convento de Quito, señala que:
…se ha cumplido con las disposiciones de V.P.R. sobre la necesidad de que los fieles acudan a Nuestra Sra. Ma. de La Merced como protectora especial de terremotos… pero en el pueblo de Latacunga los vecinos han decidido honrarla de tal modo que incluso han recurrido a las antiguas formas utilizadas por los moros de España, cuando se aplican las tradiciones propias de los conversos, incluso con la participación de esclavos negros, quienes cantan loas a nuestra Madre según sus antiguos ritos. De ello da fe el escribano D. Nicolás Portillo, que estuvo mucho tiempo en Galeras. No es malo que expresen su fe de ese modo, por lo que he dispuesto al padre Sebastián de Velasco que apoye y organice tan especial celebración por cuanto en nada contradice a nuestro carisma de redentor de cautivos, siendo por ello muy positivo que la gente común sea la que organice estas fiestas y no interfiera con negros e indios en sus afanes por bailar y cantar en este día… (Ibid., folio 94).
En los años sucesivos, los superiores del convento de Latacunga informan sobre el particular al afirmar que “cada año crece el regocijo de festejar a Nuestra Santa Madre a su modo, siendo por ello una fiesta que es respetada y esperada por los vecinos que honran a la Santísima Virgen del Terremoto o de la Santísima Tragedia, nombre con la que generalmente la identifican sobre todo la gente de los barrios populares…”. (Ibid. informes de comendadores. Se hallan datos hasta el año de 1809).
Todo parece indicar que son las catástrofes naturales, sean estas erupciones volcánicas o terremotos, las causales para que esta singular expresión festiva de reverencia y agradecimiento se renueve permanentemente y mantenga plena vigencia en el imaginario social del pueblo.
De esta maravillosa expresión festiva que tiene 327 años de historia y 13 años de haber sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador, son pocas las acciones gubernamentales para garantizar su salvaguarda, nuestras autoridades no se han ocupado de impulsar un Sistema Integral de Gestión Patrimonial.