miércoles, 13 de febrero de 2019

Espacios públicos tomados por negocios privados


Por: Francisco Ulloa Enríquez

La ocupación arbitraria de espacios públicos por parte de negocios privados se incrementa día a día en la ciudad de Latacunga, esto ocurre ante la pasiva mirada de las autoridades que parecería les gusta vivir en medio del caos.

No me refiero únicamente a los cientos de vendedores ambulantes, sino a aquellos que convierten amplias avenidas en mecánicas para transporte liviano y pesado, talleres de pintura, almacenes de auto lujos que ocupan los frentes de sus negocios para su uso exclusivo, bloqueras y establecimientos de diferentes artículos que invaden las veredas para promocionar sus productos, en fin, la lista es extensa.

El olor a combustible, los golpes del martillo moldeando el metal y el reventar de los tubos de escape son una constante; es fácil ver sobre las calles y aceras: gatas, tuercas, alicates, destornilladores, llantas y otros artículos. Curiosamente junto a estos establecimientos que generan altos índices de contaminación funcionan restaurantes y locales que empacan alimentos, si no lo creen,  les invito a darse una vuelta por la avenida Iberoamericana en la parroquia Eloy Alfaro.


Esta indisciplina ciudadana se produce porque para las autoridades es más fácil hacerse de la vista gorda antes que buscar una solución definitiva que ordene la ciudad, dinamice el sector productivo y de servicios. No es la primera vez que señalamos la necesidad de contar con un parque industrial y un parque artesanal; tampoco es la primera vez que recordamos a quienes ejercen el gobierno local que los planes de desarrollo son para ejecutarlos y las ordenanzas para hacerlas cumplir.

Conciudadanos, en la campaña electoral en curso, exijamos a los cientos de candidatos pronunciamientos claros sobre estos aspectos, que no se queden en eslóganes publicitarios, la apatía de la ciudadanía en torno a la designación de nuevas autoridades en gran medida obedece a la ausencia de propuestas serias y concretas que ofrezcan solución a los problemas diarios.

Como la esperanza es lo último que se pierde, esperemos que, más temprano que tarde, podamos empezar a hablar de cómo nuestras autoridades en el ejercicio pleno de la democracia participativa hacen realidad que Latacunga sea una ciudad creativa, inclusiva, respetuosa del medio ambiente, segura, productiva y que brinde garantías para el buen vivir.

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