viernes, 12 de febrero de 2016

AMOR Y AMISTAD

Por: Francisco Ulloa Enríquez

“El amor, es una gota de agua en un cristal,
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos. 


El amor, es un espacio donde no hay lugar
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo. 


El amor, es llorar cuando nos dice adiós,
el amor es soñar oyendo una canción,
el amor es rezar poniendo el corazón,
es perdonarme tú  y comprenderte yo. 


El amor, es parar el tiempo en un reloj,
es buscar un lugar donde escuchar tu voz,
el amor es crear un mundo entre los dos,
es perdonarme tú y comprenderte yo 


El amor, es una boca con sabor a miel,
es una lluvia en el atardecer,
es un paraguas para dos. 


El amor, es un espacio donde no hay lugar,
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo”. (Perales)

Los primeros dieciséis años del siglo XXI han acentuado la tendencia posmoderna de materializar hasta sentimientos tan profundos como son el amor y la amistad.

Grandes sectores poblacionales, especialmente las generaciones más jóvenes, asumen que para festejar el Día del Amor y la Amistad es imprescindible dar obsequios. Esto, progresivamente, ha convertido al 14 de febrero en la oportunidad para el comercio de los más variados productos o para extraordinarias ofertas turísticas pagables de manera diferida durante todo el año.

El amor y la amistad se están valorando en función del costo del regalo, principalmente de aquello que las agencias de publicidad hayan introducido como expresión indiscutible de distinción y moda. Las flechas de Cupido para que resulten efectivas deben estar impregnadas del “aroma” de todo lo que los verdes billetes puedan comprar; lo demás es romanticismo pasado de moda. Incluso la serenata para que valga la pena tiene que ser con algún cantante famoso, de esos que artificialmente construyen los “managers”  y los ofertan como cualquier otro producto que luego de consumido se desecha.

Aquellos referentes mundiales de amor ( muchas veces trágico) que la buena literatura nos regaló, como son: Romeo y Julieta, Efraín y María, Dante y Beatriz, Don Juan Tenorio y Doña Inés, El Quijote y Dulcinea, El Cid Campeador y Doña Inés, Hamlet y Ofelia, resultan personajes cada vez más lejanos ya que son pocos quienes han leído estas novelas.

Inclusive, son escasos los conocimientos que las nuevas generaciones tienen de las parejas  de los dioses del Olimpo, y fueron el símbolo de estos bellos sentimientos, es así como progresivamente se diluyen de la memoria colectiva Ulises y Penélope, Adonis y Afrodita. Lo mismo ocurre con Adán y Eva de quienes heredamos el pecado original, Dalila y Sansón en lugar de amor pasional representan aquello que en estos tiempos se han dado en denominar “durmiendo con el enemigo”.

Personajes famosos de la vieja Europa como los reyes católicos Felipe e Isabel, Felipe el Hermoso y Juana la loca, Marco Antonio y Cleopatra, Napoleón y Josefina, sirven para recrear películas de guerras antiguas, olvidándose de los difíciles retos y rupturas existentes entre las tensiones del ejercicio del poder y los cálidos sentimientos del amor.

Es posible que, aunque difusa, sea algo más cercano a la idea del amor sin límites el vivido aún en la distancia entre Sucre y Mariana Carcelén, o tal vez encarne mejor la expresión latina del conquistador Bolívar y la liberal Manuela.

Las relaciones sentimentales de famosos políticos hacen que aún en temas de amor sean controversiales, así Velasco Ibarra y Corina Parral son expresión de una vinculación que trasciende la muerte; más polémicos resultan John y Jackie Kennedy, Bill e Hillary Clinton.

Hasta las musas inspiradoras de pintores y cantantes parecen estar en extinción, nos quedan las referencias de Picasso y María Teresa, Dalí y Gala, John Lennon y Yoko Ono, Paúl y Linda McCartney. Hoy parece que los extremos son los que fascinan, es así como personajes de la cinematografía pudieran resumir los tiempos del amor ingenuo, fantástico y quizá hasta brutal, Tristán e Isolda, el Conde Drácula y Mina se inscriben en esta tendencia.

El amor y la amistad deben ser vividos como sentimientos superiores de los seres humanos y no como simple oportunidad de negocios, ostentosidad, superficialidad y materialismo deshumanizante. Que la celebración del 14 de febrero sea propicia para hacer que el diálogo prospere y abra las puertas para que afloren los mejores sentimientos que nos lleven a enmendar errores y consolidar virtudes.

Recordemos con el gran Roberto Carlos una hermosa creación apropiada para este tema:
Yo soy de esos amantes a la antigua
Que suelen todavía mandar flores
De aquellos que en el pecho aún abrigan
Recuerdos de románticos amores
Yo soy aquél amante apasionado
Que aún usa fantasía en sus romances
Le gusta contemplar la madrugada
Soñando entre los brazos de su amada
Yo simplemente soy de esa clase
Que ya no es muy común en nuestros días
Las cartas de amor
El beso en la mano
Muchas manchas de carmín
Entre las sombras del jardín
Voy vestido igual que cualquiera
Y vivo con la vida de hoy
Pero es cierto que con frecuencia
Sufro por amor
Y a veces lloro por la ausencia
Porque soy de esos amantes a la antigua
Que suelen todavía mandar flores
Aunque yo sigo este mundo
Con sus modas y modismos
El amor es para mí siempre lo mismo


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