martes, 1 de enero de 2019

Corazonar las fiestas de fin de año


Diciembre es un mes esperado y celebrado por muchos seres humanos alrededor del planeta; en Ecuador la Navidad, Año viejo y Año nuevo son sinónimo de vacaciones, festejos, viajes y compras.

Creyentes y no creyentes celebran el nacimiento de Jesús con varias cenas y reuniones, como mínimo están las del trabajo, aquellas con las amistades y también están las que reúnen a la familia; el estrés mayor se presenta a la hora de comprar los regalos, largas filas en los centros comerciales sirven para “aprovechar” las ofertas. El consumismo del mundo capitalista en su máxima expresión.

Cosa parecida ocurre con el año viejo y el nuevo; la farra, el “tour” para mirar enormes monigotes y lucir las mejores galas producto de las recién incorporadas prendas recibidas o compradas en Navidad. Espejismos de una prosperidad marcada por lo que tienes y no por lo que eres.

El estilo de vida homogenizante de corte occidental, impuesto en nuestras sociedades, ha vaciado de contenidos a diferentes celebraciones; hoy por hoy, las fiestas han dejado de vivenciarse y sentirse. Es hora de hacer un llamado para que en este acelerado estilo de vida de urgencias y superficialidades nos detengamos aun cuando sea un momento para CoRazonar las fiestas, si nuestras acciones tienen dosis equilibradas de sentimiento y de pensamiento, estaremos sentipensando y esto dará paso a una toma de conciencia de los verdaderos valores de la vida, esto es poner corazón y razón a la existencia, en donde igual de importante es la realización individual como la colectiva, en donde los egoísmos dan paso a la solidaridad, en donde dejamos atrás la manoseada tolerancia para hacer efectivo el respeto a la diversidad.

Corazonar la fiesta es algo más que la farra estrafalaria llena de exhibicionismos individuales, es dar paso a un necesario reaprender a compartir con nuestros seres queridos. Las querencias, los afectos deben retomar la vida social para cantar, bailar y decir lo que el corazón dicta.

La reflexión sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer en un año calendario debe servir para procurar ser, en adelante, mejores seres humanos; que aprendamos a corregir errores y a potenciar virtudes; que la fiesta, máxima expresión de humanidad, sirva para aflorar lo mejor de nosotros y aportar en la construcción de sociedades más equitativas, menos injustas, más sinceras.

Que los deseos de feliz navidad y próspero año nuevo, no sea una frase fría que llena tarjetas y atiborra de mensajes nuestras redes sociales, que esos buenos deseos sean expresiones que nacen del corazón.

Felicidades a nuestros lectores, gracias por dedicarnos unos minutos de su tiempo para leer nuestras reflexiones, las mismas que compartimos con ustedes con el único afán de hacer llegar un mensaje que invite, provoque y convoque a respetarnos mutuamente.

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