UTC, 21 AÑOS

Por: Francisco Ulloa Enríquez

Las Instituciones de Educación Superior surgieron en la sociedad europea: Bolonia (1180), Oxford (1190), París (1200) y Salamanca (1215). En plena edad media, buscaron brindar respuestas a la necesidad de saber de las clases dominantes, a adoctrinar. Trescientos años más tarde, en el siglo XVI, en América Colonial, se crearon las primeras instituciones por una Bula Papal, un Breve o una Real Cédula. Se pretendió mantener la educación superior del modo más semejante posible a los modelos de los países viejos. Tuvieron que pasar 700 años desde su aparecimiento y cuatrocientos desde su presencia en América, para dar un salto cualitativo en su definición conceptual, y en la redefinición de sus funciones esenciales.

En 1918, con el “Manifiesto de Córdoba” (Argentina), se realizó el primer cuestionamiento profundo y en América Latina  se encendió la luz de la reforma para acercar dichas instituciones al pueblo, incorporando el concepto de libertad y fortaleciendo su vinculación con los anhelos de amplios sectores poblacionales. Desde la insurgencia de Córdoba, tuvieron que transcurrir treinta y un años, de constante exigencia y maduración reivindicativa, hasta que en el 1° Congreso de Universidades Latinoamericanas, reunido en la Universidad de San Carlos de Guatemala, en 1949 el documento final dice: “La universidad es una institución al servicio directo de la comunidad, cuya existencia se justifica en tanto desempeña una acción continua de carácter social, educativo y cultural, aliándose a todas las fuerzas vivas de la nación para analizar sus problemas, ayudar a solucionarlos y orientar adecuadamente a las fuerzas colectivas. La universidad no puede permanecer ajena a la vida cívica de los pueblos, pues tiene la misión fundamental de formar generaciones creadoras, plenas de energía y de fe, consciente de sus altos destinos y de su indeclinable papel histórico al servicio de la democracia, de la libertad y de la dignidad de los hombres”.

Frei Betto, al respecto,  plantea: “Sesenta y dos años después de esta alerta de la San Carlos, en este mundo hegemonizado por transnacionales de los medios más interesadas en formar consumistas que ciudadanos, nuestras universidades todavía no priorizan el cultivo de los valores propios de nuestras culturas ni participan activamente en el esfuerzo de resistencia y sobrevivencia de nuestra identidad cultural. Lo cual debiera traducirse en mayor empeño por erradicar la miseria, el analfabetismo, la degradación ambiental, la superación de prejuicios y discriminaciones de orden racial, social y religioso”.

A continuación, revisemos muy brevemente la cronología del surgimiento de las instituciones universitarias en el territorio ecuatoriano:

SIGLO XVI

La primera universidad, la Pontificia Universidad de San Fulgencio: de efímera existencia, funcionó en Quito. Oswaldo Morán Pinto, profesor honorario de Ciencias Médicas en un artículo en el diario El Comercio de Quito nos dice:

“Fueron los Agustinos de Quito, a través del Obispo Solís, quienes alcanzaron una bula de Sixto V, firmada y sellada el 20 de agosto de 1586, por la que se creaba la Pontificia Universidad de San Fulgencio, la cuarta (n.a. la quinta) universidad erigida en América. Diecisiete años tuvo que esperar la universidad para poder comenzar sus labores, la bula Papal no surtió efectos inmediatos, pues factores como la gran distancia de un continente a otro, la desorganización de autoridades y el egoísmo entre clérigos retardaron su inicio pese a la perseverancia de sus organizadores.

En San Fulgencio se enseñó la Filosofía y la Teología de San Agustín en sus cuatro cátedras de Teología y una de Filosofía, se estudiaba a Aristóteles y se enseñaba el tomismo, todo en latín; puesto que como preparación para los estudios universitarios se obliga a un curso de Gramática Latina, al cursante.”

Los padres Agustín Rodríguez, Diego Molineros, Alonso de Paz, Alonso de la Fuente y Juan Figueroa fueron los iniciadores. Se concedía los títulos de: Bachiller, Maestro y Doctor en la Sagrada Teología; lo cual se hacía con excesiva liberalidad. Además, en la práctica, las enseñanzas no tenían gran importancia, fue por eso que por Cédula Real del 25 de agosto de 1786 el Rey Carlos III prohibió que este centro de estudios confiera grados.

SIGLO XVII

La segunda universidad con asiento en territorio ecuatoriano fue la Real y Pontificia Universidad de San Gregorio El Magno. Por iniciativa de los Jesuitas de Quito, el 15 de septiembre de 1622 se logró que el Seminario de San Luis fuese elevado a la categoría de Universidad con el Título de Real y Pontificia por autorización del Rey de España. La Universidad San Gregorio Magno, en Quito, estaba al servicio de las clases sociales y económicas altas. En algunos casos se levantaron barreras tanto de tipo racial como social, quienes solicitaban matrícula debían demostrar mediante un procedimiento legal detallado “la pureza de sangre” y probar que ninguno de sus antepasados había ejercido el comercio.

La Cédula Real del 9 de julio de 1769 declaraba extinguida la Universidad San Gregorio y se creó la Junta de Aplicaciones de Temporalidades encargada de organizar una Universidad Oficial. Esta Junta acuerda el 13 de agosto de 1776 suprimir la Universidad de San Gregorio y el 4 de abril de 1786 se confirmó por el Rey esta supresión.

La tercera universidad creada en territorio ecuatoriano es la Universidad de Santo Tomas de Aquino: tuvo su origen en el Seminario creado con el nombre de Convictorio de San Fernando el 28 de junio de 1681. Este colegio por estar bajo amparo del Rey tenía Armas Reales y el título de Colegio Real y su hegemonía era superior a la del Seminario de San Luis.

El Seminario de San Fernando confería títulos a sus propios alumnos. En este colegio se dictaron cátedras de: Gramática Latina, Filosofía, Teología, Jurisprudencia Civil, Derecho Canónico.

La orden de predicadores de Quito (los Dominicanos) en el año de 1688 con la aprobación del Papa Inocencio XI elevaron al convictorio de San Fernando a la categoría de Universidad.

Oswaldo Morán Pinto nos dice: “En Santo Tomás de Aquino ya se adoptó textos de enseñanza, a más de las concebidas cátedras de Filosofía y Teología se enseñó ciencias: Geografía, Geometría, Álgebra, Medicina. Por primera vez en Quito se organizaron los certámenes, es decir los debates públicos sobre problemas teológicos y filosóficos que defendían las dos órdenes rivales: el tomismo frente al suarismo”.

El estudio de la lengua Quichua, la Retórica, Artes, Leyes y Gramática también eran parte de la formación en esta Universidad, a la cual según dice Federico González Suárez, les cabe el honor de haber impulsado por primera vez la enseñanza de Medicina.

SIGLO XVIII

Apareció la Pública y Real Universidad de Santo Tomas de Aquino. El Rey de España el 4 de abril de 1786 a la vez que confirmaba la supresión de la Universidad de San Gregorio, en el mismo decreto declaró secularizada la de Santo Tomás de Aquino, habiéndose inaugurado como tal el 9 de abril de 1788.

Por disposición del Rey de España, en 1788 se erigió la Pública y Real Universidad de Santo Tomás de Aquino, con el carácter de oficial y central, esto es centralizada en el Estado, en base de la fusión de dos anteriores de carácter privado: la Pontificia Universidad de San Gregorio Magno (de los Jesuitas), creada en 1622, y la Universidad Santo Tomás de Aquino (de los Dominicanos), en 1688.

Al surgir la primera universidad oficial se produjo, a su vez, la primera reforma universitaria, consistente en la adopción de tres decisiones importantes: la fusión institucional antes aludida, hecho que tenía por objeto mejorar los niveles de enseñanza y disponer de un control administrativo más directo de parte de autoridad pública; la independencia, aunque solo de manera formal, de la Universidad con respecto a la Iglesia, para pasar a depender jurídicamente del gobierno civil español (pues la enseñanza y la dirección misma de la universidad sigue en manos religiosas); y el mantenimiento del esquema curricular que prevalecía en las universidades anteriores, no obstante agregando los estudios de Retórica, Geometría, Álgebra. Y lo que es más importante; un poco después (en 1791) se incluyen también los estudios de lo que se denominó Derecho Público y Economía Política.

SIGLO XIX

La Universidad Central. Luego de la Independencia de España, fue Bolívar quien en el Congreso de Cundinamarca  hizo posible la creación de la Universidad Central como institución del Departamento del Sur de la Gran Colombia, el 18 de marzo de 1826, cuestión que se oficializó el 26 de febrero de 1836, es decir 10 años más tarde.

El 13 de mayo de 1830, en el Salón Máximo de la Universidad Central, se resolvió la separación del Ecuador de la Gran Colombia.

Entre los años de 1830 y 1895 la Universidad pasó por una serie de vicisitudes, entre estas,  su supresión por breve lapso. Un hecho digno de mencionar fue la disposición contenida en el Decreto de la Asamblea Constituyente de 1897, que determinó que el nombre de la Universidad sea “Universidad Central de Santo Tomás de Aquino”.

Tres universidades más se crearon en este siglo:

La Universidad Nacional de Loja (inició por Decreto expedido el 31 de diciembre de 1859, oficializada el 9 de octubre de 1943); el 15 de Octubre de 1867, la Universidad de Cuenca; y,  el 1 de diciembre de 1867,  la Universidad de Guayaquil.

SIGLO XX

En este se instauraron la mayoría de universidades públicas y privadas del Ecuador, con sede especialmente en las distintas cabeceras provinciales.

En Latacunga, fue en el último quinquenio del siglo que se fundó la Universidad Técnica de Cotopaxi; un 24 de enero de 1995.

Las fuerzas vivas de la Provincia después de innumerables gestiones y teniendo como antecedente la Extensión que estableció la Universidad Técnica del Norte, alcanzaron del Congreso Nacional la Ley que constituyó importante centro de estudios superiores.

El local de la UNE-C fue la primera morada administrativa, luego las instalaciones del Colegio Luis Fernando Ruiz acogió a los entusiastas universitarios, posteriormente el Instituto Agropecuario Simón Rodríguez fue el escenario de las actividades académicas, para finalmente instalarse en casa propia, merced a la adecuación de un edificio a medio construir que estaba destinado a ser la cárcel de máxima seguridad del Ecuador. En la actualidad son cinco hectáreas las que forman el campus de San Felipe, 82 hectáreas  en Salache acogen a las carreras agropecuarias, ambientales, ecoturísticas y veterinarias y en instalaciones confortables propias desarrolla sus actividades la Extensión de La Maná.

Veintiún años han trascurrido de vida institucional, a nuestro criterio, de constante aporte al desarrollo educativo y cultural especialmente del centro del país. Siempre existirán nuevos retos y desafíos, lo importante es mantener el espíritu fundacional de brindar, la garantía de ser siempre una universidad alternativa, con visión de futuro y profundamente vinculada con el pueblo.

Veintiún años de experiencia y de juventud acumulada, del Alma Máter de la provincia de Cotopaxi, valen la pena ser celebrados con renovado compromiso de enfrentar los retos de cara a un siglo XXI de muchas incertidumbres y que demanda de la universidad mayores y mejores dosis de formación profesional, creación de ciencia y tecnología y salvaguarda de la identidad cultural de nuestros pueblos.

Felicidades compañeros universitarios.